“Gracias a los hombres y a la tierra”, Irene Viñals

Irene Viñals
Ponencia presentada en el año 2010.

Gracias  a los hombres y a la tierra

¿Cómo se forman las raíces de un hombre? Y me refiero con hombre al ser humano, mujeres y hombres.

No es una pregunta vana; hay hombres y hombres.

Unos dicen que las raíces de un ser humano se gestan en la infancia con los olores, los colores, los sabores…

Entonces talar a un hombre, desraizarlo, es una cosa muy seria. Los hay que no vuelven a arraigar nunca y se quedan vacíos o vacías, sin olores,  sin sabores, sin colores… es una cosa muy seria.

Otros dicen que las raíces se acrecientan y se nutren regadas con los afectos, y así se bifurcan, se prolongan, se hacen sólidas y fuertes.

En cualquier caso para un transplantado, transplantada, la cosa es distinta, no es sólo una cuestión de voluntad, es imprescindible que los autóctonos le otorguen su trocito de tierra, su espacio abonable.

Cuando España estaba en plena Guerra Civil, el enorme poeta chileno Pablo Neruda fue a las playas de Francia en  un barco, a recoger personas exiliadas y preguntó a una familia cual era su oficio: Corcheros, le dijeron. – No hay alcornocales en Chile- apuntó Neruda; -por eso- contesto el corchero. Neruda entendió que ese era un hombre imprescindible. Un hombre con el futuro en la boca al que  había que darle un trozo de tierra. Hoy en Chile hay alcornocales.

Esta, también, es una cosa muy seria.

De ellos y ellas (de los autóctonos) dependen la plenitud del árbol,  su belleza, sus frutos, la longitud de su sombra.

Y también de la tierra, del territorio, del riego, de la permeabilidad y de la impregnación.

En todos los casos desde el origen se vuelve un proyecto de árbol-hombre no autóctono, un híbrido que hay que asumir dentro de un territorio.

Y el mestizaje territorial es una cosa muy seria.

Habla del calado, de la hondura de su gente, de su flora y de su fauna y desde luego, de su grandeza.

“Uno no es de donde nace sino de donde pace” ,dice el dicho, o, tal vez no, tal vez uno no es de donde nace sino de donde tiene proyectos vitales, un breve espacio, un atisbo de futuro.

En todo caso, esto de las raíces del ser humano es una cosa muy seria que no alcanza sólo al al ser humano.

De la unidad hombre – tierra, de las características de ambos, brotará o no un árbol; de la esencia y de la creatividad de  estos dos dependerán sus frutos.

A la vera de un árbol pasan tantas cosas…

Perderlas o hallarlas es una cosa muy seria.

En esta tierra no nació un hombre. Se trasplantó un hombre en esta tierra. Creció un árbol y creció fecundo.

Os damos las gracias, nosotros, sus hijas e hijos, a los  hombres, a las mujeres y a la tierra.

A las mujeres, a los hombres y a la tierra de proyectos, de amores, rica , fecunda y vital, que ha tenido la generosidad de cuidar de sus árboles- hombre, de regar su recuerdo proyectando en largo el cobijo de sus sombras.

Y esta, es una cosa muy seria.

Derechos de autor: Irene Viñals

Esta entrada fue publicada el Domingo, 29 de julio de 2012 a las 13:55 pm y está archivada en la categoría Ponencias. Puedes seguir los comentarios de esta entrada a través de la sindicación RSS 2.0 . Puedes dejar un comentario, o un enlace desde tu propio sitio.

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