“De la tradición oral a los títeres, resumen de un viaje”, Alicia Remesa Crespo

Alicia Remesa Crespo-Con borde

V Foro Femenino
25-11-2012 Bilbao, España

Pedagoga, Cuentera y Titiritera. Organizadora del Festival Intercultural de la Narración Oral de Sevilla. Como cuentera llego a “Historias de un Poeta Lunero”, tomando de punto de partida dos aspectos fundamentales en mi trayectoria: una gran pasión por la tradición oral y la necesitad constante de manipular objetos, libros o muñecos en mis espectáculos de cuentos.

Desde hace casi diez años cuento cuentos y no fue fruto de la casualidad que descubriera que cada vez que contaba lo hacía manipulando libros, objetos y por supuesto títeres. Pero no fue hasta finales de 2011 cuando me planteo hacer una obra solo de títeres que me permita explorar nuevos mundos. La conmemoración del 75 aniversario de la muerte de Federico García Lorca marca la nueva ruta profesional. Esta efeméride despierta mi curiosidad por la biografía de este creador polivalente a quien, para sorpresa mía, me une un vínculo muy concreto: la tradición oral. En un viaje que el filólogo Menéndez Pidal hace a Granada para recopilar romancero y cancionero popular toma a Lorca como cicerone. Este hecho influye en el poeta granadino e impregna de viveza toda la obra lorquiana, llenándola de canciones, poemas, romances y cuentos. Y yo redescubro a través de él un cuento del que ya era conocedora “La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón” pero con un interesante matiz: estaba escrita como guión para títeres. Ahí comienza un trabajo de reelaboración del guión puesto que, tal y como estaba escrita la obra resultaban demasiados personajes para mí, unido a que, quería hacer un recorrido por todo el legado de tradición recopilado por Federico. Es cuando conecto con su libro “Cantares Populares” y como solución reescribo el guión introduciendo nanas, canciones, poemas que fueron recogidos por el mismo.
Una vez escrito el guión y como consecuencia de la búsqueda cae afortunadamente en mis manos el libro de Francisco Porras “Los Títeres de FALLA y GARCÍA LORCA” donde, entre otras cosas, se hace mención al estreno del viejo cuento andaluz “La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón” en enero de 1923, no como una forma de retomar cuentos en desuso, sino como una forma de recuperar una tradición olvidada: los títeres, en concreto los de cachiporra. Este hallazgo marca el segundo vínculo motivacional conmigo, puesto que ya tenía entre manos la elaboración de una obra propia solo con títeres y se me hace evidente con estos dos motivos tan claros, que es el momento justo para abordar el reto. Comienza la búsqueda de la técnica de manipulación adecuada. Mi trayectoria de cuentera me hace tomar conciencia de la importancia de mantener la figura de un personaje narrativo que sostenga todo lo que quiero contar, en ese caso elijo ser yo misma, pues es más fácil para comenzar desde el principio estar presente visualmente hablando. Esta decisión me da una nueva coordenada en mi ruta titiritera, por lo que descarto la técnica de guante vinculada claramente con el títere de cachiporra y busco otras formas de manipulación que sean compatibles con mi presencia como narradora en el escenario. Comienzo a investigar formas y materiales y llego al bunraku, una técnica de manipulación japonesa, realmente complicada pero que, a modo simplificado, tiene algo que permite lo que busco: la manipulación desde la espalda. Fueron dos meses de investigación y elaboración probando con materiales que ya tenía tanto escolares como reciclados. Y fruto de esa búsqueda estreno por fin el 21 de diciembre de 2011 en el Museo de la Autonomía de Andalucía.

A partir de ahí comienza una gira por Andalucía Occidental llevando la obra a colegios y bibliotecas, con la clara intención de avivar la oralidad olvidada o escondida a través de los títeres y difundir el trabajo tan apasionante de Lorca rescatando tradición popular. Es el contacto con los centros escolares lo que me hace poner en valor la importancia de mi trabajo cuando descubro, que después de la función, cuentos y cantares se quedaban allí danzando en la memoria de los niños. Encontraban novedosas y divertidas canciones que venían de otro tiempo, de un tiempo indefinible, y eso alimentaba de nuevo el círculo de la oralidad. Y lo más interesante, las profesoras abrían con la función la puerta de la memoria y esperaban al final de la función para compartir conmigo canciones y cuentos olvidados, nuevas versiones de lo contado o cantado, momentos de nostalgia vividos al abrigo de melodías o poemas compartidos. La memoria colectiva aún tenía llama y eso para mí era un auténtico regalo que venía de la mano de Lorca y por su puesto de los títeres.

Hoy, casi un siglo después, he llegado a los títeres al igual que lo hizo Lorca: buscando rescatar tradiciones olvidadas, protegerlas y acunarlas para que jamás se olviden. Para mí la primera parada en el mapa de mi vida como titiritera me ha reportado miles de satisfacciones entre ellas el placer de manipular y abrir la puerta de la memoria olvidada.

Esta entrada fue publicada el Lunes, 18 de febrero de 2013 a las 12:41 pm y está archivada en la categoría Ponencias. Puedes seguir los comentarios de esta entrada a través de la sindicación RSS 2.0 . Puedes dejar un comentario, o un enlace desde tu propio sitio.

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